Finales del siglo XIX,¿Era realmente un gran error no llevar lencería mujer?
En la década de 1890, los soportes para las faldas ya no estaban de moda.
Y seguían de moda los corsés, que levantaban todo el pecho hacia arriba y lo sobresalían hacia delante.
Pero, al mismo tiempo, aplana al máximo la parte inferior de los pechos apretándolos hacia abajo, acentuando la forma del cuerpo de la mujer de un modo dolorosamente grotesco.
Este corsé restringe en parte la libertad de movimientos de las mujeres.
Las hacía pálidas, suaves y tristes como las musas.
La ropa de esta época era popular aunque con cortes bajos y cuellos expuestos.
Pero los corsés estaban adornados con muchos volantes que cubrían bien los pechos de las mujeres.
El corsé tiene connotaciones morales muy ricas. Llevar este tipo de corsé puede dar firmeza.
Y resalta el espíritu de inconquistable.
Y el significado más esencial de la lencería es éste: renunciar a ella significa que estás siendo autoindulgente.
A menos que seas una mujer embarazada a punto de dar a luz, no llevar lencería se considera una traición.
Incluso si estás en casa, no puedes permitirte estar desnuda.
En este periodo también se popularizó una extraña moda entre algunas mujeres de la nobleza: los piercings en los pechos.
Poner pequeños anillos de oro o joyas en los pezones.
Se decía que esto embellecía el contorno de los pechos y perfeccionaba las curvas.
También creaba una sensación de placer al rozar con la ropa.
Esto chocaba claramente con la moral conservadora y estricta de la época, por lo que la condenó a una corta vida.
Principios del siglo XX: aparece el prototipo del sujetador moderno
Los primeros años del siglo XX fueron una época gloriosa en la historia de la lencería.
Los nuevos estilos de lencería eran mucho más atrevidos.
La seda y el encaje sustituyeron a los tejidos de paño fino, lino y algodón de la época victoriana.
La lencería era cara y las enaguas aún más.
El esnobismo estaba en todas partes, y la lencería se convirtió en un medio de alardear de riqueza, incluso para los niños.
La ropa de adultos y la de niños se parecen cada vez más, e incluso la lencería mujer sigue el modelo de los niños.
Es un fenómeno interesante.
También se promovía la moda de la salud y el bienestar, pero sólo entre los buscadores de novedades y la clase alta.
En consecuencia, la lencería mujer deportiva no era popular en aquella época.
La lencería también fue adoptada por la clase común.
Mucha gente se dejaba llevar por pequeños sastres sin nombre, pero inevitablemente había algunos aspectos lamentables al hacerlo.
Por ejemplo, la confección era tosca, con encajes baratos de imitación, etcétera.
También había mujeres inteligentes que se complacían en confeccionar su propia lencería con sus propias manos.
Las adornaban con plumas finas, ingeniosas, nada menos que a máquina o con la mano de obra de un sastre profesional.
En general, la lencería de esta época era más esbelta que en el pasado, sin los adornos de encaje.
Se dice que en 1912, la socialité neoyorquina del momento, Kells Krause, cerró.
Encargó a su camarera francesa que cosiera dos pañuelos juntos y una cinta para hacer tirantes.
Así se formó el prototipo del sujetador actual.
Desde entonces, los sujetadores se han popularizado en Francia y Estados Unidos.
En la década de 1920, cuando terminó la guerra, las nuevas modas liberaron a las mujeres de los confines del corsé.
Por primera vez en cientos de años, las mujeres pudieron alcanzar una verdadera liberación física.
No fue sólo un salto físico; también fue profundamente simbólico.