Las gafas de sol de buena calidad son “modificadores de la luz” muy eficaces. Las gafas de sol son capaces de ajustar la luz externa al ojo humano.
Una onda luminosa tiene una cierta cantidad de energía electromagnética. El tamaño de la onda se mide en longitudes de onda. La longitud de onda de la luz visible oscila entre 400 y 700 nanómetros. La energía de una onda luminosa es inversamente proporcional a la longitud de onda; cuanto más corta es la longitud de onda, mayor es la energía.
En la luz visible, la luz violeta es la que tiene más energía, la roja la que tiene menos y, por encima del espectro visible, está la luz ultravioleta. La luz natural contiene una gran cantidad de luz ultravioleta. Debido a su alta energía, la luz ultravioleta puede dañar la córnea y la retina. ¿Qué es el deslumbramiento?
El brillo o intensidad de la luz se mide en lúmenes. Por ejemplo, en interiores, la mayor parte de la luz artificial tiene una intensidad de 400 a 600 lúmenes. Si se encuentra al aire libre en un día soleado, la luminosidad fluctúa en una amplia gama, desde 1.000 lúmenes a la sombra hasta 6.000 lúmenes donde hay una gran superficie de hormigón, como una autopista.
Por debajo de 3.500 lúmenes, nuestros ojos humanos se sienten cómodos. Cuando el brillo de la luz directa o reflejada alcanza los 4.000 lúmenes, el ojo humano empieza a tener dificultades para recibir la luz. Cuando intentamos ver estas zonas muy brillantes, sólo vemos destellos blancos, lo que se denomina deslumbramiento.
Para minimizar las molestias causadas por la gran cantidad de luz que entra en nuestros ojos, empezamos a entrecerrar los ojos. Cuando la luminosidad alcanza los 10.000 lúmenes, los ojos empiezan a filtrar completamente la luz debido al exceso de luz que reciben. La exposición a una luz tan intensa durante demasiado tiempo puede causar daños que pueden provocar ceguera temporal o incluso permanente.
En un día despejado, una gran superficie de nieve puede reflejar hasta 12.000 lúmenes de luz, lo que puede provocar “ceguera de la nieve” si la miramos directamente sin ninguna protección.
La luz visible es la que puede percibir el ojo humano. La luz visible que vemos procedente del sol parece incolora y a menudo se denomina luz blanca. En realidad, es una mezcla de luz coloreada de muchas frecuencias.
La mezcla de toda la luz coloreada dentro del espectro de la luz visible es incolora, es decir, blanca. (Para más información, véase Principios de la luz).
Tenemos dos formas básicas de ver el color. Una es cuando un objeto emite luz de cierta frecuencia por sí mismo; por ejemplo, las luces de neón muestran colores de esta manera;
La otra es cuando un objeto absorbe todas las demás frecuencias de luz y refleja sólo una determinada frecuencia de luz, o refleja múltiples frecuencias de luz, y estas ondas de luz se mezclan y se perciben como un color de luz, por ejemplo, así es como muestra color un objeto pintado.
Por ejemplo, para ver la luz amarilla, una forma es que el objeto emita directamente luz de frecuencia amarilla; otra forma es que absorba luz de la parte azul del espectro y refleje luz de las partes roja y verde, que se mezclan y son percibidas por el ojo humano como luz amarilla.